1.5. Conclusiones

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1.5. Conclusiones

Hemos visto que durante el nacimiento del Islám en el siglo VII, la cultura greco-romana había detenido su avance, faltando el vigor y espíritu emprendedor para continuar. Ha quedado claro que fueron los árabes musulmanes quienes rescataron los saberes clásicos de una inminente extinción y los perfeccionaron, ampliaron y aplicaron a las necesidades reales del momento, logrando elevados niveles de progreso, bienestar y prosperidad.

Por último, se ha establecido que la resultante civilización islámica fue la principal causa del despertar científico, artístico y cultural de Europa del oscurantismo en el que se encontraba, iniciando el así llamado Renacimiento, a tal punto que, como afirmara “The Oxford History of Technology, “Hay pocas innovaciones tecnológicas de importancia entre los 500 y 1500 AD que no presenten algún rasgo de la cultura islámica”. Pero, ¿por qué no se ha reconocido ampliamente este hecho? A continuación se proponen algunas razones:
  1. Los historiadores occidentales se han concentrado primordialmente en la serie de guerras y conflictos puntuales que se han producido en determinados momentos de la historia, pasando por alto los largos siglos de paz, prosperidad y felicidad que han caracterizado el surgimiento de las civilizaciones. Esta falencia viene siendo corregida en gran medida por el campo de la antropología, el cual estudia la historia no tanto de los países sino del ser humano como tal en su evolución social y cultural.
  2. Hasta hace pocos siglos, el Occidente había asumido una actitud de separación y aislamiento del resto del planeta y poco le importaban los asuntos del mundo oriental. La interpretación eurocentrista de la historia universal determinaba que hace apenas cien años habría caído sobre oídos sordos cualquier afirmación de la plena influencia de la cultura islámica sobre Europa, pues recién en el siglo XX los historiadores occidentales han comenzado a esbozar las características de esta transferencia cultural.
  3. Pese a que tales estudios ya existían en oriente, la falta de dominio del árabe entre la casi totalidad de estudiosos occidentales, dificultó mucho la comunicación entre estos dos pueblos. Los pocos eruditos musulmanes que produjeron declaraciones en lenguas europeas, no lograron que sus estudios sean tomados muy en serio por la comunidad científica de occidente.
  4. Siglos de resistencia occidental contra el Islám, comenzando con el rechazo teológico, pasando por la envidia de su civilización, llegando a su clímax en las cruentas Cruzadas y culminando en una concertada campaña de desinformación sistemática, fueron creado un ambiente que vacilaba entre solapada indiferencia y hostilidad abierta hacia el Islám, un ambiente poco propicio para el cultivo de un sano aprecio mutuo entre vecinos.
  5. Durante la Edad Media e inicios del Renacimiento los estudiosos europeos, al retornar de las universidades islámicas, se vieron obligados por la persecución de todo lo extranjero, pagano y “herético”, a ocultar el verdadero origen de sus nuevos conocimientos y atribuirlos a sus propias indagaciones. Mas adelante una Europa desarrollada observaba al Islám en plena decadencia y rehusaba creer que era allí donde se hallaban los orígenes de su gloriosa civilización occidental, prefiriendo dar cualquier otra explicación.
El surgimiento y decaimiento de las civilizaciones a lo largo de los siglos sigue un patrón bastante regular y predecible [ver cuadro]. Y con frecuencia, mientras una civilización se decae, otra surge para tomar su lugar y mantener en alto la bandera del avance cultural. Así sucedió en el caso que nos ocupa.

¿Qué pasó con la gran cultura islámica? Las causas del decaimiento del Islám fueron las mismas que han arrastrado a cada gran civilización a la ruina. Desde luego, al igual que en el caso de la invasión gótica de Roma, el Islám también tuvo sus invasores semi-bárbaros: los Turcos y Mongoles en Oriente y los descendientes cristianos de los Visigodos en Occidente. Sin embargo, éstos no fueron la raíz de su decaimiento, sino más bien un resultado de ello. La verdadera causa fue el descuido de las enseñanzas de Muhammad y la consecuente decadencia moral y espiritual, especialmente entre sus líderes, alentada por la demasía de riquezas, lujos y placeres, así como el surgimiento de un individualismo egocéntrico y de conflictos internos.

Cuando decae el verdadero espíritu religioso en un pueblo, se relajan los nervios de una sana auto-disciplina, y el pueblo pierde su norte unificador, volcándose hacia una auto-satisfacción absorbente y auto-destructiva. Pues el colectivo humano puede compararse con un árbol, cuyas raíces están sembradas en el suelo fértil de la moral, los valores, los principios y las enseñanzas de Dios. Mientras sus raíces permanezcan fuertes y sanas, el árbol crece verde, florido y lleno de frutos. Pero en cuanto se deja que el suelo se empobrezca y se seque, el árbol se muere. Su tronco puede aún guardar una apariencia engañosamente poderosa, pero por dentro está secándose y eventualmente caerá o servirá de leña para cualquier invasor oportunista.

¿Qué lecciones podemos cosechar de la civilización islámica en materia de los factores necesarios para el progreso? Las siguientes son algunas de las características cosechadas de la historia que los musulmanes lograron implantar:
  • Todo comenzó con la fundación por parte de Muhammad y sus seguidores de una causa universal basada en una fe común. Un profundo y sincero amor a Dios y su Profeta inspiró un nivel de esfuerzo, dedicación y sacrificio que hizo posible el surgimiento de la civilización. A medida que esta fuerza vital se fue perdiendo, comenzó el simultáneo colapso de la civilización.
  • La ciencia fue apoyada por las mismas autoridades religiosas como complemento indispensable de la religión en la mutua empresa civilizadora. Recordemos que no fueron las enseñanzas de Jesús las que motivaron el rechazo de la ciencia por parte del Catolicismo Romano durante la Edad Media, sino una particular interpretación y aplicación de la filosofía de Platón.
  • La educación a todo nivel fue el combustible que dio fuerza motriz a la civilización islámica, pero una educación cuyas raíces se nutrían del estudio de su texto sagrado el Corán antes de ramificarse en las demás ciencias y artes.
  • La unidad y paz no fueron resultados del progreso, sino su principal causa. Muchas de las regiones conquistadas por los árabes habían sufrido los embates de permanentes divisiones y conflictos hasta que, bajo la administración islámica, se logró su unificación y reconciliación. Recién entonces comenzó el florecimiento de las ciencias y artes de la civilización.
  • La unidad, fraternidad, igualdad y justicia constituyeron los fuertes pilares del progreso. Todos eran iguales ante la ley, y la pobreza fue virtualmente erradicada. Eso creó una situación de sosiego y estabilidad que fomentó el progreso.
  • Un idioma universal contribuyó a esta unidad, con el árabe como vínculo lingüístico entre diversos pueblos para fines administrativos, comerciales y científicos. Posteriormente Europa siguió este ejemplo, estableciéndose el Latín como lengua científica internacional.
  • La agricultura fue fomentada y fortalecida como base sólida de la economía. Cada vez alguna nación ha centrado su atención prioritariamente en cualquier otra actividad como eje de su economía, el resultado final ha sido desequilibrio y colapso.
Mediante la aplicación de estos y otros aprendizajes, es la esperanza del autor que podamos juntos construir una nueva civilización mundial donde prime la unidad en diversidad, representando la confluencia de lo mejor que pueda ofrecer tanto oriente como occidente. Durante el siglo XX, el Islám ha experimentado un gran resurgimiento. Ojalá pueda volver a sus raíces y rescatar el rol vitalizador que una vez desempeñó en el escenario mundial.
“Pese al gran declive de la civilización islámica y la condición atrasada de la mayoría de países musulmanes, el Islám sigue siendo una fuerza vital en el mundo, y hay musulmanes esclarecidos que laboran tenazmente por restaurarlo a su original pureza y simplicidad. Sostienen que el Islám en sí jamás fue adverso a la ciencia y el progreso. El Corán, las tradiciones y la historia misma comprueban este hecho. ¿Cómo recobrar el pasado deslumbrante del Islám? Esta es la ferviente pregunta que confrontan los musulmanes devotos de hoy." (1)
Notas:
  1. “Islamic Contributions to Civilization”, Stanwood Cobb. Washington DC: Avalon Press, 1963, p. 25.

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