2.1. Posición de la Mujer

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2.1. Posición de la Mujer

Muchos piensan en occidente que el Islám ha limitado los derechos de la mujer, pero en realidad los defiende.


2.1.1 Situación de la Mujer antes de Muhammad:

Antes de Muhammad, con frecuencia las hijas recién nacidas eran enterradas vivas en el desierto por considerarlo una vergüenza para el hombre. Las mujeres eran consideradas “propiedad” de sus padres y después de sus esposos, siendo compradas y vendidas como ganado, sin derecho a la propiedad privada. ‘Abdu’l-Bahá explica:
"Las tribus árabes se encontraban en los más profundos abismos del salvajismo y de la barbarie. En comparación con ellos, los salvajes del África y los primitivos indígenas de América, eran tan avanzados como un Platón. Los salvajes de América no enterraban vivos a sus niños como los árabes lo hacían con sus hijas, jactándose además de ello como si se tratase de un acto honroso.(1) Muchos hombres amenazaban a sus mujeres espetándoles: "si das a luz a una mujer te mataré". Aun en la actualidad, los árabes consideran algo terrible el tener hijas.

"Por añadidura, estaba permitido que un hombre tuviera un millar de mujeres; de hecho, la mayoría tenía más de diez esposas en sus casas. Cuando se iba a la guerra, la tribu que salía victoriosa tomaba a las mujeres y niños de la tribu vencida en calidad de esclavos. Cuando fallecía un hombre que tenía diez esposas, los hijos se abalanzaban sobre las madres de los demás.

"Si uno de ellos echaba su manto sobre la cabeza de la mujer de su padre pronunciando la frase "esta mujer es mi legítima propiedad", de inmediato la desventurada se convertía en una prisionera y esclava a la que podía tratar como se le antojase, lo que incluía maldecirla, encerrarla en un pozo, azotarla, matarla o torturarla hasta obligarla a recibir la muerte como una liberación: según los usos y costumbres árabes él era su amo y señor.

"Es evidente que en un ambiente así debían de darse cita la malignidad, los odios, los celos y la enemistad entre esposas e hijos de un mismo hogar. No es preciso explayarse más sobre este particular. ¡Medita pues sobre las condiciones de vida de estas mujeres oprimidas!"

2.1.2 La Mujer en la Biblia:

Vivimos en un mundo acostumbrado a pensar en términos de la igualdad de oportunidades entre los sexos, el movimiento feminista y la reivindicación de los derechos de la mujer. Sin embargo, recordemos que estos adelantos, como el derecho a la propiedad privada y al voto, son muy recientes en términos históricos, habiendo aparecido apenas durante el siglo 20. No son, como algunos imaginan, inherentes al cristianismo, pues el Nuevo Testamento no concede igualdad entre hombres y mujeres, como lo evidencian claramente los siguientes pasajes bíblicos:
“...el hombre es cabeza de la mujer.... él es imagen y gloria de Dios, mientras que la mujer es gloria del hombre” (Corintios 11:3, 7).

“...guarden las mujeres silencio en la iglesia, pues no les está permitido hablar. Que estén sumisas, como lo establece la ley. Si quieren saber algo, que se lo pregunten en casa a sus esposos; por que no está bien visto que una mujer hable en la iglesia” (Corintios 14:34-35).

“Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo. Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a sus esposos en todo” (Efesios 5:22-24).

“Esposas, sométanse a sus esposos, como conviene en el Señor” (Colosenses 3:18).

“La mujer debe aprender en silencio, con toda sumisión. No permito que la mujer enseñe al hombre y ejerza autoridad sobre él; debe guardar silencio. Porque primero fue formado Adán, y Eva después. Además no fue Adán el engañado, sino la mujer; y ella, una vez engañada, incurrió en pecado” (1 Timoteo 2:11-14).

“Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos.... Tal es el caso de Sara, que obedecía a Abraham y lo llamaba su señor” (1 Pedro 3:1).

2.2.3. Importancia de la Mujer en el Corán

El Corán concede más derechos a la mujer que ninguna religión anterior. “Las reformas instituidas por Muhammad efectuaron un vasto y marcado mejoramiento en la posición de la mujer”.(2) La concede completa igualdad espiritual, pues tiene la misma alma humana que el hombre. Le da el derecho a recibir y dejar herencia. Exige el respeto hacia ella por parte de su esposo:
“Dios ha preparado perdón y magnífica recompensa para los y las musulmanes, los y las creyentes, los devotos y las devotas, los sinceros y las sinceras, los y las pacientes, los y las humildes, los y las que dan la limosna, los y las que ayunan, los castos y las castas, los y las que recuerdan mucho a Dios”. (33:35)
Las leyes islámicas de la herencia también favorecen a la mujer. En una página del Web, bajo el título de “La Posición de la Mujer en el Islám”, se encontró lo siguiente:
El Islam ve a la mujer, ya sea casada o soltera, como individuo con derechos propios. Tiene derecho a poseer y disponer de sus bienes e ingresos sin ningún tipo de tutoría sobre ella (ya sea éste de su padre, esposo o cualquier otra persona). Tiene derecho a comprar y vender, dar regalos y caridad y puede gastar su dinero como le plazca. Una dote matrimonial le es dada a la novia por parte del novio para su uso personal y ella mantiene su propio apellido en vez de tomar el de su esposo. El Islam incita al marido a tratar bien a su esposa, como dijo el profeta Muhammad : “Los mejores de entre vosotros son aquellos que mejor tratan a sus esposas.”
Las madres en el Islam son altamente honradas. El Islam recomienda que se las trate de la mejor manera. En un Hadith (tradición) se lee que un hombre vino al Profeta Muhammad y le dijo:
"Oh Mensajero de Dios! ¿Quién de entre toda la gente es quien más merece el mejor cuidado (y compañía)?" El Profeta dijo: “Tu señora madre”.

El hombre preguntó, "Después (de ella) ¿quién?" y el Profeta respondió: “Después tu señora madre”.

El hombre nuevamente inquirió: "Y después, ¿quién?" y el Profeta le contestó: “Después tu señora madre”.

El hombre insistió: "Y después de mi madre, ¿quién?" Con lo cual el Profeta dijo: “Después, tu padre."(3)

Notas:
  1. Los Banú-Tamín, una de las tribus árabes más bárbaras, practicaba esta abominable costumbre.
  2. “Spirit of Islam”, p. 227.
  3. Narrado en Ibn Mayah, #1978, y Al-Tirmidhi, #3895.


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