5.3. La Validez del Corán

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5.3. La Validez del Corán


Sean cuales fueren los hechos acerca de la vida de Muhammad y el proceder de sus seguidores o supuestos seguidores, hay una cosa que constituye el fundamento sólido del Islám y cuya existencia no está sujeta a dudas: el Libro Sagrado del Corán. Tanto es así que Muhammad lo llamó el mayor testimonio de la verdad de su Misión. Es natural, entonces, que el Corán sea cuestionado y atacado por quienes querrían desacreditar la validez de dicha Misión. Veamos a continuación cuáles son algunas de las principales dudas planteadas y cómo se las puede responder.

5.3.1. ¿Dios Revelaría un Libro Difícil de Entender?

Según Voltaire, el Corán constituye “una sarta de charlatanerías y estupideces” que “hace que la razón se estremezca”. Pero si una persona no comprende el Corán, no es por alguna falla de éste, sino por la falta de capacidad de aquella. El Corán, como cualquier objeto de estudio, requiere de una atención concentrada y persistente para que pueda revelar paulatinamente sus misterios. Al respecto, Shoghi Effendi aconseja:

Es en verdad muy difícil comprender por completo todos los versículos del Corán, ya que se necesita un detallado conocimiento del trasfondo social, religioso e histórico de la Arabia de la época en que apareció el Profeta. Los creyentes no deben esperar, por lo tanto, poder comprender sus versículos después de una primera, o incluso una segunda o tercera lectura. Hay que estudiarlos una y otra vez, meditar su significado, con la ayuda de ciertos comentarios y notas explicativas que se encuentran, por ejemplo, en la admirable traducción hecha por Sale.

Hay que esmerarse por alcanzar una clara y correcta comprensión de su sentido e importancia, tanto como les sea posible. Este es sin duda un proceso lento, pero las futuras generaciones de creyentes llegarán seguramente a entenderlo. Por el momento el Guardián admite que sería más fácil y más útil estudiar el libro por temas, y no versículo por versículo, y hacerlo según las interpretaciones del Báb, Bahá'u'lláh y 'Abdu'l-Bahá, que vierten abundante luz sobre todo el Corán.(1)

5.3.2. La Autenticidad del Corán:

Otro importante cuestionamiento tiene que ver con la validez o autenticidad del Corán como Libro Sagrado. En primer lugar, ¿es el registro fiel de las mismas palabras de Muhammad, o representa la memoria imperfecta de sus seguidores?

A lo largo de los 23 años de su Misión Profética, Muhammad fue revelando los Versos Divinos paulatinamente, con ciertas interrupciones. Estos versos fueron transcritos en pedazos de cuero, omóplatos, piedras y hojas de palma. Sin embargo, la mayoría de la gente de ese tiempo era analfabeta, por lo que Muhammad nombró un grupo de “Memorizadores” cuya función consistía en memorizar los versículos y recitarlos para los creyentes. Es así como el Corán recibió su nombre, que significa “Recitación” o “Libro para ser Recitado”.

Después del fallecimiento de Muhammad, y al comenzar a envejecer y/o morir algunos de los “Memorizadores”, los seguidores se preocuparon de que con el tiempo se podría perder la pureza incorrupta del Corán. Por tanto, se llamó una conferencia de los “Memorizadores” sobrevivientes para escribir una versión completa en consenso.

Los 114 capítulos o “Suras” fueron organizados, no en orden cronológico o lógico, sino por longitud, con los más largos al inicio y los más cortos al final. De este primer Corán se realizaron muchas copias, todo a mano por supuesto, pues aún no había sido inventada la imprenta. Estas copias fueron distribuidas a lo largo y ancho del territorio del Islám, y desde allí fueron copiadas nuevamente.

De esta forma se puede asegurar, sin lugar a dudas, que el Corán constituye las palabras textuales del Profeta. Esto es confirmado Shoghi Effendi, quien explica que el Corán, “aparte de las sagradas escrituras de las religiones Bábí y Bahá'í, constituye el único Libro que puede ser considerado como un repositorio auténtico de la Palabra de Dios”,(2) y por Bahá’u’lláh, Quien afirma que el Corán es el testimonio infalible de Dios, tanto para el Este como el Oeste”.(3)

Al hablar de la autenticidad del Corán, es importante diferenciar entre éste y las “hadith” (jadiz - tradiciones) que constituyen recuentos de las supuestas palabras y acciones del Profeta y sus más allegados. Estos hadith fueron escritos después de su fallecimiento y consisten de miles de breves relatos. Aunque se hicieron esfuerzos desde un inicio por asegurar la legitimidad de muchas de estas tradiciones, de ninguna forma se puede considerar la Palabra Revelada de Dios (a excepción de unas pocas que han sido confirmadas por Bahá’u’lláh y ‘Abdu’l-Bahá en sus Escritos).

Sin embargo, muchas personas se han basado en estos hadith, a veces exclusivamente, para apoyar sus puntos de vista, ya sea en defensa o en contra del Islám. El estudiante sincero de esta religión se esmerará en dar el peso correspondiente al texto del Corán mismo y a estas tradiciones, para no caer en falsos supuestos.

Otra dificultad relacionada con la autenticidad el Corán tiene que ver con la relativa fidelidad de las diferentes traducciones del árabe a otros idiomas. Por lo general, estas versiones han sido preparadas por tres diferentes tipos de traductores:

1. Sacerdotes de otras religiones, cuyo propósito principal al realizar la traducción ha sido desacreditar el Libro Sagrado de los musulmanes. Esto ha determinado que muchos versículos sean traducidos de la forma más negativa posible, tergiversando su sentido original.

2. Musulmanes de diferentes tendencias o sectas, cada uno de los cuales ha traducido el Corán de tal manera que respalde su propia interpretación o prejuicio particular.

3. Académico especializados en estudios orientales o islámicos, cuyas traducciones se consideran las más serias, objetivas y confiables, y por lo general incluyen explicaciones muy útiles.

Shoghi Effendi recomienda dos traducciones en particular al inglés – la de Sale y la de Rodwell – que lastimosamente no están disponibles en castellano. Se recomienda al estudiante serio trabajar con dos o tres versiones simultáneamente a fin de comparar y sacar sus propias conclusiones en cuanto al sentido original del Autor.

5.3.3. ¿Libro Sagrado o Recopilación?:

Algunos consideran que el Corán no es más que un entreverado de ideas copiadas de los judíos, cristianos y paganos, y recopiladas por Muhammad durante los largos viajes de su juventud con las caravanas, más algunos pensamientos propios. Sin embargo, la monumental transformación lograda por Muhammad en tan poco tiempo, tanto en los individuos como en la estructura misma de la sociedad y la dirección de la civilización, no la podría lograr un mero copista de tradiciones, creencias y supersticiones. Ha habido muchos intentos a lo largo de la historia por combinar la sabiduría de distintos pueblos en una sola filosofía ecléctica o religión sincrética, y ninguno ha dado nacimiento a nada nuevo y duradero como lo hizo el Islám.

También es rechazado el Corán con el supuesto de que algunas partes son meras copias de la Biblia. Es cierto que Muhammad dio varias enseñanzas que coinciden plenamente con lo que enseñó Moisés y Jesús, lo cual no debe sorprender si aceptamos que ellos hablaban la verdad. No obstante, es imposible que el Corán haya sido copiado de la Biblia, pues ésta última fue traducida al árabe por los mismos musulmanes años después del fallecimiento de Muhammad. No hay ningún registro de que Muhammad haya sabido otro idioma que no fuera el árabe, jamás asistió a escuela alguna y Él mismo admite que permaneció analfabeto hasta recibir el mandato del Arcángel Gabriel: “¡Lee, en el Nombre de Dios!”

También se objeta que ciertas partes del Corán difieren de la Biblia o contradicen doctrinas ampliamente aceptadas por los Judíos y/o Cristianos. Este es el mismo argumento que se ha empleado en todas épocas para rechazar a los Mensajeros de Dios. Por ejemplo, cuando Jesús decía cualquier cosa que coincidía con lo que las gentes ya creían, como su ratificación de los Diez Mandamientos, decían que era una mera copia. Sin embargo, cuando sus palabras no coincidían con lo que ellas creían, como al abolir el divorcio o la ley de la vendetta, lo acusaban de hereje. Tal era la inconsistencia de los sacerdotes judíos que rechazaban la enseñanza de Jesús por ser igual y diferente a la vez. El mismo error han cometido muchos clérigos judíos y cristianos respecto a Muhammad y el Corán. Este punto se explora en mayor profundidad en el siguiente capítulo.

Por último, algunos aducen que, ya que el Corán es muy difícil de comprender, no puede ser un Libro Sagrado, pues Dios habla en forma sencilla para que todos puedan entender. Recordemos que los primeros cristianos tuvieron grandes dificultades para comprender las parábolas y alegorías de Cristo. Sólo ahora, después de 2000 años de estudio e interpretación, se puede decir que una mayoría de la población tiene una idea básica de lo que quiso decir Jesús.


Notas:

(1) De una carta escrita en nombre de Shoghi Effendi a Gertrude Struven con fecha 22 de agosto de 1939, citada en Luces de Guía, No. 1666.

(2) “El Advenimiento de la Justicia Divina”, Shoghi Effendi. Buenos Aires: EBILA, p. 74.

(3) “Kitáb-i-Iqán”, Bahá’u’lláh. Buenos Aires: EBILA, p. 130.

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